Apóstatas

sábado, octubre 08, 2005

Mundial de ajedrez en San Luis

En las tierras de los Rodriguez Saa, donde no hay desempleo, donde se filman películas y novelas, donde las celebridades se enamoran de los Gobernadores, en fin, un supuesto paraíso europeo o japonés en Argentina (jodido de creer, vamos) se está jugando un torneo de ajedrez con 8 jugadores top para dirimir quién será el Campeón Mundial.

La organización puso más de 1 millón de US$ en premios, además de construir un edificio especial (la "Caja de Trebejos") para que allí se juegue el torneo. Piensan recaudar guita en concepto de turismo, y cobrando por ver las partidas. Así que si tenés internet, y te interesa el ajedrez, podés pagar $ 40 (argentinos) o US$ 40 (extranjeros) con tu tarjeta de crédito para ver las partidas "en vivo". Dudo que muchos lo hagan...

Lo del turismo también está por verse. Sino, miren las fotos: filas y filas de asientos vacíos. Una imagen deprimente para lo que debería ser una fiesta de la cultura, del juego-ciencia. Un evento que tiene la atención de millones de personas en el mundo, y no hay unos cientos en Argentina que vayan a verlo...
Al menos deberían contratar unos "ocupa-asientos" para que al menos parezca que hay gente interesada en presenciar el torneo. Kramer de esto algo sabe (ja, hay un capítulo de Seinfeld donde Kramer es contratado para ocupar los asientos de aquellas personas que lo dejan vacío para ir a buscar su premio Emmy).


Otra foto de uno de los candidatos, el búlgaro Topalov, es también una tremenda muestra de la típica actitud argentina: el "lo atamos con alambre", el dejar todo para último momento, corriendo contra reloj para cumplir con algo. Miren la escalera en el fondo...



Yo reconozco ser de esos que dejan todo para otro día, bajo el auto-engaño de saber que rindo bien bajo presión. En la secundaria (allá lejos y hace tiempo) postergué una monografía de 5000 palabras del IB hasta las vacaciones de invierno de Quinto Año: y entonces 5000 palabras parecía un tomo entero, era muchísimo (hoy me parecería papita pa'l loro). Recuerdo el Domingo a la mañana, en mi quinta de City Bell, viendo tele en el almuerzo antes de volver al colegio para mi último semestre en St. George's: estaba rodeado de todos los libros de Historia que iba a usar para mi monografía ("El ocaso de Napoleón: de Rusia a Waterloo" - flor de título) y obviamente los había ojeado pero no había escrito ni una línea...
Mi viejo se sentó en un sillón y me sermoneó como de costumbre. Claro que tenía razón, así que el Lunes me fui al Computing Room del colegio y empecé por escribir todos los títulos de mi monografía. Hice el esqueleto y ya sabía que estaba encaminado: 10 ó 15 días más tarde tenía ls 5000 palabras escritas (fue mortal contarlas, no existía esa función "Contar Palabras" del Word, es más, no existía Word ni Windows ni nada de lo actual, sólo unas Apple II+ con un bastante básico procesador de textos).

Así que sobre "rendir bajo presión" (léase: dejar todo para último momento, y hacerlo) algo sé: puteo mal y mucho, pero al fin y al cabo rindo.


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