El mamífero más grande del Reino Animal

Chateando por Messenger con la Reina (a.k.a. Chechus) tocamos el tema de esas primeras citas que son imposibles de remar. No es algo elitista ni nada parecido, ni se trata de las apariencias: Chechus, que evidentemente es de una generación más evolucionada que la mía, hasta dijo que la persona puede gustarle y todo pero si no se da una afinidad intelectual, no da. La libido cae al subsuelo.

Claro que coincido: podés conocer a la persona físicamente más atractiva del mundo, pero uno busca otra cosa, no sé, coincidencias, guiños, feeling, piel. Uno ya está grande como para guiarse por el apetito sexual. Queremos (quiero) un "climax cultural", todo lo importante cuando la ley de la gravedad sea implacable y las tetas cuelguen casi muertas y las arrugas hayan arado cada centímetro de cuerpo.

Yo le comenté que había tenido una cita casi a ciegas que tenías características como las mencionadas. Ahora la recuerdo y sonrío pero en su momento fue un baldazo de agua fría. Varios amigos y amigas ya la conocen y les ha causado gracia mi descripción de los hechos.

Resulta que en el 99, una conocida de la oficina me dice que tiene una amiga "divina" para presentarme. Raro que no haya sonado la alarma en ese mismo instante, porque si hay algo que todo pequeño saltamontes sabe, es que la palabra "divina" es de mal augurio. Si no me creés, hacé memoria y pensá cada vez que te dijeron de alquien que es "divino", y coincidirás que era para no decir que era muy alto, o gordo, o flaco, o con acné, o pelado...

Bien, la alarma no sonó y tuve en mis manos el ICQ de "Mimí, la amiga divina". Confieso que el "Mimí" fue un punto a favor, no sé porqué.
Así que me pongo en contacto con Mimí, intercambiamos impresiones durante un tiempo prudencial, chateamos y hablamos por teléfono, todo OK, y cuando ya fue adecuado, arreglamos una cita. Ante la imposibilidad de vernos entre semana, quedamos en encontrarnos para ir a ver "Notting Hill" al cine América, un Domingo por la tarde. "¿Que cómo me reconocés? Visto jeans, campera azul y llevo auriculares todo el tiempo. Buscame en la cola".
No sé si debiera haber hecho un scouting previo e indicarle cualquier ropa: mientras ella buscaba alguien con camisa leñadora y sombrero de cowboy, yo estaría vestido de otra forma y podría identificarla antes que ella a mí. Otro error fue haberle dado mi descripción pero no haber pedido la de ella...

Bien, estaba en la cola y trataba de identificar a alguien que estuviera buscándome. Había alguien allá adelante pero no, Dios, por favor que no sea ella...
Era la "divina" Mimí. No llegaba al metro 55, es más, era más ancha que alta. Inmediatamente pensé que era la ballena Willy, finalmente liberada.
Saludos de rigor, "así que vos sos Federico" "Y vos sos Mimí, la amiga de Mirta" "(digo para mis adentros 'me cago en Mirta')". En los pocos minutos que estuvimos en la cola hasta llegar a las boleterías hubo un breve diálogo que fue suficiente para formar la impresión indeleble. Una mina de treinta y pico que parecía una década más vieja y con tics de colegiala. Vestida por el enemigo (¡bastante buena tarea había hecho ahora que lo pienso, porque hay que disfrazar una ballena, eh!). Y esas risitas nerviosas que te sacan...

Remarla o no remarla, esa era la cuestión. Me arremangué y remé como el Pollo Fernández en la Olimpíada del 2004.

Entramos a la sala, enooorme, casi a full, terminamos en la anteúltima fila. La pantalla se veía como un televisor de 14". Nos sentamos, empieza le pelis: Notting Hill sigue siendo el barrio "in" de siempre, al que recuerdo con cariño por dos semanas vividas en Londres en el 98; Hugh Grant el capo de siempre; Julia Roberts deliciosamente bella.
Giro la cabeza, y a mi lado Willy resopla plancton por su chimenea... Era tremendo ver una diosa en la pantalla y "eso" en la butaca.

Sinceramente no recuerdo la irrisoria excusa que puse para huir luego de terminada la película. Podría haberme quedado y hundirme con el barco, pero no, rajé como cobardica, o tal vez fue un acto desesperado, querer ser un faro de atención que indicara "ojo, zona de ballenas asesinas a babor, huyan"...

Me la jugué y salió mal, bad luck. No esperaba una cita a ciegas como la pelis de Bruce Wilis y Kim Basinger, pero tampoco esperaba ser protagonista de un documental de National Geographic.