Apóstatas

jueves, diciembre 22, 2005

Libros y librerías

En el blog de Charlotte se estuvo escribiendo sobre temas relacionados con libros y librerías, y obviamente se me dispararon recuerdos.

Cuando vivía en La Plata había una pequeña librería en la otra cuadra de casa, y yo iba seguido a comprar los típicos "clásicos" de la infancia: libros de Julio Verne, otros de historia en formato similar a los Asterix, o libros sobre Dinosaurios o con cortes transversales de cosas, en fin, todo lo que se puede leer entre los 8 y 12 años.

Ya pupilo, en sexto y séptimo grado teníamos un rato para leer antes de dormir (de 21 a 21:45 hs) y recuerdo guardar mis libros en el asiento de la silla al lado de mi cama (tenía una tapa que descubría un espacio para guardar lo que fuera necesario).

Pero el recuerdo más vívido que tengo fue cuando terminé séptimo grado: mi viejo me trajo a Buenos Aires y entramos a "El Ateneo" que queda en Florida casi Corrientes. Para mí era casi increíble entrar a una librería de esas dimensiones, con subsuelo y otro piso arriba, donde había de todo. Encima la visita era para comprar lo que yo quisiera, tenía "cheque en blanco" porque la idea era elegir un regalo por haber terminado la primaria.
Así que luego de mucho buscar y meditar me llevé dos tomos de la Segunda Guerra Mundial que leí muy metódicamente y concienzudamente todo el verano, marcando el avance con un señalador naranja que había hecho de una cinta para el pelo que le había mutilado a la nena.
Ese mismo verano me leí "La Ilíada y la Odisea" en un tomo con hoja de biblia que aún poseo.

En Punta del Este había un par de librerías interesantes, pequeñas pero atiborradas de libros en los pasillos, casi imposible entrar en grupo y mucho menos husmear demasiado. Pero siempre han salido a mi rescate en esos veranos largos en los que la misión era descansar y qué mejor que hacerlo leyendo. En esas librerías recuerdo haber comprado gran parte de la serie de la "Fundación" de Asimov, y "Las Enseñanzas de Don Juan" de Castaneda que sólo leí porque la chica de turno me lo recomendó.

Con los viajes he descubierto librerías inolvidables. Una Borders en Bethesda donde compré parte de mi colección de Bloom County, y una librería cuyo nombre no recuerdo en un subsuelo enfrente a Trafalgar Square en Londres donde compré la otra mitad. Una visita a Gilbert Jeune en el Quartier Latin en París, cinco pisos con todo lo imaginable. ¡La Waterstones en Gatwick, para gastar las últimas libras!

Pero por más que uno disfrute a full las visitas a una librería, debo reconocer que Internet ha puesto a nuestro alcance cosas que de otra manera no podríamos siquiera soñar con conseguir.
Por ejemplo, mi colección de libros de rol la hice de a poquito, comprando en eBay y en antros que sólo venden online. Recuerdo que pagué US$ 75 por una copia en bastante buen estado de la primera edición de "Deities & Demigods", de la que supuestamente hay apenas 1000 ejemplares.

El resto lo hacen las mega-librerías online. Hace un par de años tenía ganas y necesidad de comprar unos libros de marketing (los esenciales de Ries y Trout como "Marketing Warfare" y "Positioning" y "The 22 Immutable Laws" y demás, nada del otro mundo) y encontrarlos en BA, y en inglés, era una tarea casi imposible que resigné antes de comenzarla: me conecté a Amazon, puse los 5 libros en el shopping cart, tarjetazo, y unos días más tarde los tenía en mis manos.

Hoy salí a buscar un libro para regalar, en inglés, y fue imposible conseguirlo en El Ateneo u otras grandes librerías de Av. Santa Fe. Y eso que no estoy buscando algo raro, no, para nada: es un clásico de la literatura y encima deberían tener stock para las fiestas y porque el libro tarde o temprano se vende, no es una colección de haikus de un ignoto poeta japonés...
Por suerte tengo KEL a la vuelta de casa y me salvaron el pellejo porque tenían algunas copias en dudoso estado pero lo que buscaba lo encontré sano y salvo y the end.

4 Decime:

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