Apóstatas

miércoles, mayo 31, 2006

Mundial


Mucho antes del comercial de CTI sobre los pataduras que no vamos al Mundial, nosotros corríamos por esas canchas con Field House y el Prep de fondo...

Alumnos pupilos, una especie en extinción

De los colegios tradicionales, sólo el St. George's, de Quilmes, conserva una modalidad que tuvo su esplendor en los años 50.

En la sede educativa quilmeña viven y estudian hoy 74 chicos.
Son 46 varones y 28 mujeres.
Muchos son del interior, pero casi nadie pernocta allí los fines de semana.

Las escapadas a hurtadillas en plena noche y las quejas por la sopa y el arroz con leche en el comedor escolar son algunos de los recuerdos que Miguel Cané evoca en su libro "Juvenilia", sobre sus años de internado en el Colegio Nacional Buenos Aires.

Estas memorias, similares a las de muchos otros ex alumnos pupilos, parecen historia antigua para las recientes generaciones.

El régimen de pupilaje, que existió en el país hasta la pasada década del 90, hoy está prácticamente desaparecido. El St. George's Colleges, en Quilmes, parece ser el último ejemplo de esta tradición. Hoy, muchas escuelas agrotécnicas, liceos militares, escuelas hogares o de montaña albergan a algunos de sus alumnos por tiempo completo pero no denominan pupilos a sus alumnos.

"Me gusta porque vivo con mis amigos y además, en mi casa, en Capital, no tengo jardín", cuenta uno de los alumnos pupilos que cursa primer año del polimodal en el St. George's. Entró a los 11 años y sigue una tradición familiar, ya que su padre también fue alumno del colegio.

En el edificio donde viven los varones los cuartos son individuales o dobles. En el de las mujeres son para dos o para cuatro. Mientras las chicas adornan sus cuartos con las fotos de sus familias y los muñecos de peluche sobre la cama, los chicos prefieren fotos de modelos, de autos o la bandera de su equipo de fútbol. Después de las 16.30, los pupilos quedan a cargo de los house masters que supervisan la disciplina en ambas casas.

Muchos de los chicos -cuyos nombres se mantienen en reserva por pedido del colegio- dicen que sus padres les ofrecieron la posibilidad y aceptaron. "Cuando ves a tus padres estas re-contenta porque hace cinco días que no estás con ellos. Si los extrañas los llamás por teléfono", dice otra de las alumnas.

Viviana Pérez, a cargo del área de Relaciones Institucionales del colegio, dice que una de las claves del proyecto es que no aceptan a chicos castigados. Los chicos están en el colegio porque quieren. "El pupilaje te da la oportunidad de ser más independiente, más organizado. Aprendés a tener responsabilidades", apunta otra de las chicas.

Un día en el colegio

La rutina comienza a las siete menos cuarto de la mañana. Todos deben estar listos para el desayuno, que se sirve a las 7.10, y se puede optar entre tostadas de pan blanco o de centeno, cereales, leche chocolatada, jugo de naranjas te o café.

A las 8 comienzan las clases y los pupilos se unen al resto de los alumnos del colegio. Vuelven al comedor para almorzar a la una del mediodía y para la merienda, a las 16.30. Después tienen libre hasta las 19. Aprovechan ese tiempo para jugar al tenis en alguna de las seis canchas que tienen el colegio, para bañarse en la pileta durante el verano u organizar un partido de fútbol mixto. También pueden ir a la biblioteca, a clases de teatro o tomar alguna lección particular de piano, violín, flauta traversa u otro instrumento.

De 19 a 20 hacen las tareas. Luego van a cenar. Todos los días se sirve una entrada, un plato principal y un postre. A las 20.30 vuelven a hacer las tareas hasta las 21.30. Antes de irse a dormir, a las 22, tienen media hora más libre que muchas aprovechan para ver un poco de televisión.

Inaugurado en 1898 con seis alumnos, en el St. George's viven hoy 46 chicos y 28 chicas, de 11 a 17 años. Muchos son del interior, pero también hay de Buenos Aires y de Cuba, Brasil, Bolivia y Chile. Comparten las clases y muchas actividades con los alumnos convencionales, que se retiran diariamente a sus casas. Hoy algunos de los pupilos vuelven a sus casas los fines de semana y otros sólo una semana en mayo, otra en septiembre y tres en julio. Pero ya casi nadie se queda el sábado y domingo en el colegio. Los chicos del interior o del exterior muchas veces van a dormir a lo de algún amigo.

sábado, mayo 20, 2006

Un poco de todo pero nada de nada

* En dos semanas no me pude sentar a escribir algo. Estuvo el entry sobre Echo & the Bunnymen acumulando comentarios benignos y los de dos pelotudos anónimos que ni siquiera tiene bolas para poner no ya un nombre y apellido, sino un seudónimo.

* Los Viernes en la oficina son días interminables. Entro a las 9 AM y salgo cuando termino. Hace poco tuve el record (lamentable) de salir 1:50 AM. Ya no sabía qué hacer. Así que el siguiente Viernes me llevé unas fotocopias de críticas que habían hecho a la peli "V for Vendetta" y programé escribir sobre eso en mi larga espera.
Obviamente no funcionó. Bueno, no como estaba programado. Porque terminé temprano (bah, a las 21:40) y no tuve tiempo de escribir algo.
Entonces este Viernes pasado hice lo mismo: llevé las fotocopias y planeé escribir algo mientras espero, pero ya con un fin ulterior: el de la cábala. "Seguro que si programo algo, no se me va a dar" pensé. Y así fue.

* Estoy viendo la serie Stargate SG-1 en DVD y me quedé trabado en un capítulo de la tercera temporada. No porque fuera difícil de entender (era una especie de historia como la de David Koresh y los Branch Davidians en Waco) sino porque cada vez que empezaba a ver el capítulo, me dormía a los 5 minutos, por el cansancio o por el horario.
La serie está buena, lástima que el alienígena que nunca debe faltar es una especie de copia de Spock (el Vulcano de Star Trek). Pero así y todo se deja ver.

* Qué cagada llegar el Lunes fusilado a tu casa luego de un día de laburo, con ansias de ver LOST y 24, y quedarte dormido...

viernes, mayo 05, 2006

¿Eco y los hombres-conejito?

Porque siendo las 23:05 del Viernes 5 de Mayo, y yo clavado en el laburo porque la agencia creativa sigue adaptando originales del cliente (y claro, sin originales no hay qué corno enviar a los medios) y hbiendo leído la última "Paparazzi" con suculentas fotos de Pamela David y "Gente" con nada de interés, pensé que podía aprovechar para contar del con cierto de Echo & the Bunnymen en el Gran Rex.



Lo bueno del show: entradas gratis, gentileza de algún medio. No es que sea miserable o avaro, todo lo contrario, pero a veces estos shows de segunda línea no ameritan el pago de la entrada y si viene de regalo, vale la pena ir.

Llegamos con el Mendo derechito del curso de capacitación de Excel 2003 nivel II, entramos y estaban todos los conocidos así que nos fuimos a una esquinita del Super Pullman todos en dulce montón.

¿Qué se puede esperar de una banda que tuvo sus 15 minutos de gloria hace más de dos décadas? Poco y nada. No sé qué tan llena estaba la platea, pero el Super Pullman estaba a un 80%, y eso que habían bajado gente del Pullman. No hay banda soporte, Ian McCulloch tiene cero carisma en el escenario y no se le entiende un soto lo que dice entre tema y tema. Y la batería suena muy alta.

No falta la pelotudita de turno, re-copada de Echo & the Bunnymen, que se para cuando el frontman entra a escena y se contonea y canturrea los temas como si los hubiera compuesto ella misma y fueran la octava maravilla del mundo. Con un desprecio total por los demás espectadores, especialmente aquellos sentados detrás suyo, no amaga sentarse, no acierta a callarse, en fin, diría que me podría haber arruinado el show si no fuera porque lo mejor del mismo justamente fue gastar a tremenda idiota.

Entonces, entre tema y tema le grito que se siente. De más está decir que no esperaba éxito en la primera oportunidad así que seguí con otros pedidos: que se callara, que siguiera de pié (psicología inversa que le dicen), hasta sugerí que se tirara. Otra vez le dije que no bailara porque no era Miranda lo que estábamos viendo. Luego se unen otros espectadores, tal vez con menos clase ya que le gritan una indirecta-semirrecta-correcta-recta como "sentáte pelotuda", logrando que la mina se dé vuelta a inquirir "¿a quién le decís pelotuda?" sólo para recibir como obvia respuesta "a vos".

Y los temas son todos muy parecidos entre sí, uno podría decir que son descartes de The Cure. No sé cuáles son los nuevos, se van intercalando con los 4 ó 5 hits que pegaron allá lejos y hace tiempo, que son lindos temas (Lips like Sugar, o The Killing Moon, etc). En el set principal meten un Roadhouse Blues de los Doors que mejor hubiera estado entre los bises...

Yo aprovecho para gritarle a la imbécil "bailá ahora pelotuda" (se me fue la clase por los caños, sorry) y la mina ya ni se mueve ni canta, sólo está parada como pensativa y luego de mucho pensarlo decide irse, y es despedida con un cerrado aplauso por todos los que la rodeaban. Que en paz descanse su ego.

Poco a poco la gente se va yendo sola, ni la echan ni el show se acabó, sino que deciden irse por motu proprio. Luego de una horita de show (metieron unos 14 temas en 60 minutos) la banda se va, regresa para los bises, y nosotros nos vamos antes que salga toda la manada junta y sea un petit caos y no encontremos lugar dónde comer.

Así que cruzamos Av. Corrientes y fuimos a Las Cuartetas, un lugar clásico no sé porqué, ya que es feo, incómodo, y la pizza rezuma aceite, te comés dos porciones y una fainá y es como si tu aparato digestivo tuviera que procesar una bola de boliche con gripe aviar.

No faltaban personajes pseudo-cool, "celebrities", en varias mesas: Antonio Birabent, Sebastián De Caro y Martín Ciccioli. Triste fauna vernácula.

lunes, mayo 01, 2006

El trabajo dignifica

Estoy en condiciones de aseverar, afirmar, confirmar, testificar, declarar y atestigüar, que este 1 de Mayo, Día del Trabajador, me merezco casi por primera vez en la vida el feriado.


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